Reflexiones para tí.

Una elección comprometida

¿Qué es tu amado más que otro amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, que así nos conjuras?… Yo soy de mi amado, y mi amado es mío… una es la paloma mía, la perfecta mía. Cantares 5:9, 10; 6:3, 9.

¿No tienen muchísimas personas más, aparte de nuestra pareja, potencialidades similares en cuanto a bondad, buen carácter, compañerismo, amistad, como para poder establecer eventualmente con ellas un noviazgo o un matrimonio? ¿No hay otras personas con las cuales también podrías iniciar la aventura hermosa de construir el amor? ¿Es que realmente es “ella (tu pareja) o ninguna”? Te contesto con un rotundo y realista “NO”: tu pareja NO es la única persona en el mundo que te podría hacer feliz. Esto es un mito.

¿De qué depende, entonces, esa consagración a una sola persona, de tal forma que cumplamos lo que dice la fórmula matrimonial de “Olvidándote de todas (todos) las demás?, ¿te guardarás solo para ella (él) mientras ambos vivieren?” ¿De que sea la persona más bella que encontraste, o la más perfecta moralmente hablando y en su carácter? No, depende de una DECISIÓN, de un COMPROMISO MORAL.

Lo único que puede garantizar la permanencia de las relaciones de pareja no son los sentimientos, los estados de ánimo, el hecho de que nunca haya crisis en la relación, sino una DECISIÓN MORAL, sostenida por Dios, de que te consagrarás a esa persona, por el simple pero absolutamente trascendente hecho de que es TU pareja. Hay consideraciones superiores, que tienen que ver con Dios y con una profunda ética, que deberían estar en la base de toda relación amorosa, y no los vientos cambiantes de los sentimientos, las emociones o las sensaciones.

Por eso, ante las tentaciones que puedan provenir hoy del exterior, a través de la figura de un hombre o una mujer seductores; o de las crisis de relación que puedas tener; o de los problemas económicos, de salud y de otra índole que puedan aparecer, contesta como en el texto de reflexión para hoy, a la pregunta: “¿Qué es tu amado (o amada) más que otro amado (o amada)?”, con las palabras llenas de convicción y compromiso moral “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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